Una mirada casi crítica a la realidad. Siendo la realidad una acumulación de estupideces que empiezan a amontonarse de una forma realmente inquietante.
"The intelligence of the planet is constant, and the population is growing". Arthur C. Clark

sábado, 2 de octubre de 2010

CO2, señorías, Jonathans, Jenis y aros de cebolla




Hace ya algunos años, en un programa de televisión no demasiado políticamente correcto, una jovencita vestida de negro y armada con un micrófono se acercó a la moncloa para preguntar a sus señorías diputados qué era el CO2. Pocas personas que sepan leer y que hayan estudiado algo (aunque no sea ciencias) no sabrían responder algo.

Entonces pasó que la mayoría de sus señorías consultadas no tenían la pajolera idea de lo que era, algunos acertaron a decir que era un gas, todos sabían que era algo malo, hasta ahí su conocimiento. Si yo le pregunto a un abogado qué es el CO2 y no me contesta, me sorprendo, pero no me preocupo, e incluso mi sorpresa inicial pasará fugaz por mi rostro. Pero si le pregunto al legislador que hace y deshace leyes con las que capitanea la nave de nuestros destinos y me demuestra que las hace sin ni siquiera saber lo que hace, entonces sí me preocupo; después de unos segundos mi preocupación se convierte en tristeza y la tristeza en depresión cuando en el colmo de la estupidez una señoría empieza a hacer payasadas y a contar chistes sin gracia con el motivo, quizá, de desviar la atención para que no se pose (la nuestra atención) sobre su ignorancia y que repose así en su gracia campechana. Mire usted, su señoría, yo no quiero un payaso como legislador, yo quiero una persona que sepa lo que hace.
Esto pasó hace mucho tiempo, años tal vez, después leí las Memorias de un beduino en el congreso de los diputados y me ayudó a profundizar en las razones de semejante incompetencia señorial. La verdad que revelome el texto del cantautor era sencilla, sus señorías son expertos competentísimos en mantener su culo pegado al escaño, son magos y maestros acercándose a quienes se tienen que acercar y son malabaristas infalibles de la burocracía que rige la vida congresil.
Todos estos conocimientos, sin duda difíciles de obtener, impiden a sus señorías tener una vida real en el mundo real con datos reales. Les impide conocer el precio de un café (que yo tampoco sabía porque no tomo café), les impide saber qué es un bonobús, no saben que es el CO2 y no saben prácticamente nada aparte de manejar la burocracía interna del edificio.
No saben de economía, no saben de ecología, no saben de educación, ni de historia, no saben nada.
Si pusieramos a los Jonathan y las Jeni que el sistema educativo de sus señorías está produciendo por doquier, en los escaños para que fueran los Jonathan y las Jeni los que legislaran, habría quizá más probabilidades de que resolvieran más problemas, porque seguro que estos Jonathan y estas Jeni no obedecerían a los bancos centrales y a las confederaciones de empresarios como lo hacen sus señorías, porque los Jonathan y las Jeni, simplemente no sabrían ni lo que son ni como hacerlo, y eso actualmente, creo que es una ventaja.
Posdata: Mientras escribía se me han quemado los aros de cebolla que había puesto en el horno y ahora no sé si culpar de esto a las señorías o a los Jonathan y a las Jeni, al horno o a qué.

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